Un día como todos los demás, sin que nada interrumpiera con mi rutina; me dirigía al taller de danza-teatro en el salón 23. Un salón que no mostraba exactamente un paisaje aclamado, sino crítico, puesto que se observan con claridad las ladrilleras y hacían recordar el humo que de ellas salían. Una hora y media después, escuchamos crujidos que provenían de nuestras espaldas, en dirección a las ladrilleras. Grande fue nuestra sorpresa al descubrir que la maleza del terreno siguiente, estaba incendiándose; nuestro espanto fue peor cuando descubrimos que el fuego avanzaba y una parte de él estaba en el salón derecho de artes plásticas, que dentro de él, se hallaban ácidos, alcohol y otros químicos. Entre los compañeros que nos encontrábamos en la escuela, con esfuerzos y un trabajo en equipo, logramos apagar las llamas.
Los bomberos no llegaban…
Mientras unos tomaban los extintores, otros acarreábamos arena en botes de basura para cubrir el fuego con ella. A pesar de que nuestros pies estaban desnudos (algunos) no dudamos en pisar el suelo caliente para evitar alguna catástrofe.
Los bomberos no llegaban…
El grupo se sintió contento con los resultados, puesto que trabajamos como el equipo que somos, apoyándonos los unos a los otros y conservando el salón de artes plásticas sin daño alguno. Y…
Los bomberos nunca llegaron.
Es por eso que: el tres de marzo del 2009, quedará grabado en nuestras memorias.
jaja: sí.
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